No creo en Dios
ni padre todopoderoso,
ni más allá del cielo y de la tierra,
ni en el todo ni en la nada,
sea visible o invisible.
No creo en mí mismo
ni en Jesucristo,
nacido de su padre y de su madre,
quién sabe en qué siglo.
Dios es Dios según que Luz,
si lo quiero será verdadero,
inventado, no engendrado,
de la misma naturaleza de todo en lo que creo,
convertido en hecho.
Y por vosotros, los hombres,
por ti y por tu salvación;
baja del cielo, y déjate de tanto Espíritu Santo y tanta Virgen,
¡hombre!,
que por su causa vives crucificado
desde tiempos de Poncio Pilatos;
padecerás y serás sepultado,
sin resucitar al tercer día por mucho que digan las Escrituras.
No subirás al cielo
ni te sentarás a la derecha del Padre;
así que vive con gloria,
sin joder a vivos y muertos,
porque tu vida si tendrá fin.
Creo en el respeto mutuo,
en ser feliz y en vivir la vida,
me da igual quién sea el Padre,
el Hijo
o el Espíritu Santo
pero no creo en adoración ni gloria
a cualquiera que se le llame profeta.
No creo en Iglesias, en ninguna,
empresas,
hipócritas y apostólicas.
Confieso que no hay error más grave
que la invención de los pecados.
No espero la resurrección de los muertos
ni la vida en un mundo futuro.
Amén.
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