Cecilia, mi compañera del taller literario, comentaba, que un texto sobre los esfuerzos realizados para encontrar la libertad que creemos no tener para escribir, iba a ser un texto nacido perdedor, una disertación absurda sobre la NADA, sobre el vacío, la relatividad de un espacio-tiempo posible y necesario para rellenar los renglones inexistentes aún pero, inalcanzable para algun@s que necesitarían una física más elástica (un tiempo-espacio más plástico).
La NADA, nuestra protagonista, como en Fantasía, es, sin embargo, un poderoso enemigo pero de aspecto inofensivo y blandengue por lo que no le tenemos ningún respeto.
Y a ese respecto, a pesar de no haber hecho ningún esfuerzo para luchar contra ella, sin querer y sin ni siquiera intuir, cada uno de nosotros ha buscado un pequeño espacio-tiempo creativo, así 4 ratoncillos en la intimidad poco a poco devoran un queso, pongamos Gruyère para que sea más sencillo, y sin pretenderlo, hacen túneles donde crear madrigueras literarias.
Y en esta conquista, mi ratón es un harto inquieto.
Mi ratón, ya no es más un roedor, sino más bien un conejo con sombrero de copa y reloj de pulsera, obsesionado por ganar unos minutos al tiempo, que se le escapa entre los dedos, necesitaría un sistema cronológico menos exacto.
Vive contabilizando eternamente sus quehaceres reales e inventados, ubicando y reubicando, buscando algún hueco escondido entre las lineas de las listas de cada día. Y en este ansia por encontrar su guarida literaria, ha desarrollado una curiosa y nada despreciable cualidad, y es que, es capaz de duplicarse en determinados instantes, así, escribe mientras se desplaza, en sus interminables momentos en tránsito del día.
Escribe en autobuses en movimiento, incluso haciendo contorsionismos, en trenes sin bandeja, en aviones-granja, cualquier lugar es bueno siempre que la abstracción, también se presente a la cita.
Pero no le pidas a nuestro divertido animal de chistera, que se pare y se relaje en un cómodo escritorio junto a su té favorito, porque argumentará que no hay tiempo ya.
Entretanto, hoy sin pensar, yo, mi sombrero y mi reloj de pulsera hemos conseguido sentarnos para escribir esto, aunque eso si, robando horas al sueño y al segundo texto, que tendrá que esperar una semana más.
Y es que yo, debería haber nacido en la luna donde el tiempo es más lento.
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