Me caigo.
Me caigo y me levanto. Y por más honda que sea la caída, me volveré a levantar. Porque en casa me hicieron comprender que los que no teníamos “padrinos” no tendríamos las cosas fáciles. Que si quería algo, debía luchar. Y –probablemente- con más fuerza que muchos.
Que esta vida es difícil lo sé. ¡Y vaya si lo sé! Y si no lo supiera, siempre hay cabrones que te lo recuerdan con sus actos.
He descubierto que hay dos tipos de cabrones: los que nacen, crecen, se reproducen y mueren siendo cabrones, porque les han enseñado desde la cuna (creo que la leche que mamaron alguna vez estaba cabronizada); y los peores: los que parecen dulces, suavecitos, encantadores y, en el momento que menos te esperas, desenrollan su lengua viperina para lanzarte el mortífero veneno…esos parecen que disfrutaran jodiéndote a momentos. Parece que concentraran sus fuerzas para ir administrándotela poco a poco. Esperan que caigas y te levantes y ¡zas! Otro escupitajo venenoso.
¿De dónde sale esa maldad?, me pregunto (y esta sería la ciento y una). Probablemente reflejo de su baja autoestima. Saben que son mediocres y buscan el espejo para reflejar esa mediocridad en los demás. Me gustaría a mí decirles por dónde se pueden meter el espejo. Abusones que utilizan sus foros para manipularnos, para manipular sentimientos y actitudes (y, por qué no, aptitudes). Y una parece que no pudiera contestar, que no puedo quejarme (anda que no). Lo peor es que te llevan a su terreno. Si no eres fuerte, si no eres consciente, te sacan la lengua viperina que todos llevamos dentro. Entras a matar y ¡zas otra vez! Han vuelto a ganar. Has salido al trapo.
Quizás lo mejor es absorber lo que te dan. Concentrarse en sacar lo bueno –aunque sólo sea como aprendizaje para no volver a caer, o saber levantarte más aprisa-. Y aprender. Aprender y utilizar la inteligencia para, de la manera más diplomática posible, devolverles su reflejo en el espejo.
Mi orgullo es ser así. No poder callarme. Utilizar la palabra. Ser la mosca cojonera para aquellos que no se merecen nada más. Ser el hombro para quienes se lo ganan. Y ser la voz. No de las masas.
Sin pretensiones.
Ser mi voz.
Sin pretensiones.
Ser mi voz.
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