Soy
ALGUIEN
a quien le
gusta
complicar
las cosas sólo un
poco
más. Porque,
¿qué emoción tiene
limitarse
sólo a lo que
se supone que debes hacer?
Soy…no
sé, ¿tú que dices?
Soy…bueno, ¿y quién eres tú?
¿Y qué
derecho tienes para venir
esperando una respuesta sin
pedirla?
Soy ésa
que está dando vueltas y más
vueltas para evitar el centro de
la cuestión.
Tal vez
debería empezar por lo que NO soy,
o a lo mejor debería callarme la
BOCA un rato.
O mejor aún,
cállate tú. Por lo que a mí respecta
soy tu madre hasta que se
demuestre lo contrario,
y lo que
menos importa es que yo sea joven y tú, tú
tal vez no. El reloj también
funciona para mí, ¿sabes?
Tic-tac.
Tic-toc. Me angustia sólo la mitad que a ti, sí,
pero por lo menos el doble de lo
debiste angustiarte TÚ.
Culpa
mía por pasar tanto tiempo sentada mirando al vacío,
por empañar tus cristales con
aliento de menta ajada, por ser
una
señorita de esas OTRAS esquinas, de esas sin faroles rojos
en las que apenas si hay luz; sin
mirar a los ojos de los transeúntes
ocupados
con sus vidas, sino que vuelta a las paredes nauseabundas
centra en los ángulos grises toda
su atención. No sé si me explico bien
y desde
luego no me importa: soy una ameba que puede vivir sin usted
(entendiendo vivir como realizar
mis funciones vitales, o al menos una de
las de
tres); primero existir para luego empezar a ser, para luego haber sido,
para luego dejar de ser, para
acabar siendo un montón de escombros cansado
de lo
que queda de su ombligo y de comenzar sus poemas con la palabra “soy”.
A la hora de la verdad, cuando
no quede escapatoria para tus huesos, o los míos;
cuando
se nos haya agotado el tiempo, me
preguntaré…si tú también lo pudiste ver.
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