Por aquello
de evitar un riesgo para su salud, que no tiremos a la basura la inversión en las tetas que se acaba de poner,
que no le salgan estrías para evitar que deje de gustarme y la grotesca
cicatriz que deja un parto por cesárea; en aras de dejar satisfecho mi atávico
instinto de reproducción, le propondré a mi querida y nueva esposa, la adopción
como alternativa.
¿Niño o niña?, fue lo primero que pensé. Yo en realidad siempre he querido tener a
un negro, el sexo me lo trae al palio. Pero un macho ayudaría en el jardín,
además podríamos usarlo para transportar cosas, hacer recados y con suerte, si
dios quiere, lograría ser atleta o jugador de baloncesto, incluso bailarín. Aunque,
si opto por una hembra, ayudaría en la limpieza de la casa, en la cocina y
demás quehaceres del hogar. Y si la negrita lo desea… (me gusta ser tolerante y
democrático), podría llegar a ser striper, cantante de jazz o de salsa, como
esa señora que grita: “¡¡Azucaaaaa!!”,
o lo que dios nos diera a menester. Sea cual sea la decisión, sobre el sexo
elegido, se le daría cariño, cuidados, buena alimentación y una adecuada
educación católica, en esa cuestión no pienso ceder. Sin querer mostrar
petulancia o parecer adalid, la criaturita nos lo agradecería con su candor y veneración.
Quizás podría llegar a inculcarle la inteligencia, la educación y hasta el
corazón de un blanco. Eso me haría sentir más humano, más piadoso.
Me imagino a la familia unida en un día de pic nic, Patricia, mi hija
rubia y de ojoz azules, la perrita Wanda y el negrito, oh ¡qué cuadro! Él
colocando la sombrilla y las toallas, disponiendo la comida con primorosa
elegancia. Pero qué felices nos imagino. Patricia jugando con nuestra perrita,
como siempre, lanzándole un palo al lago, y ahora también Chocolatito se les
uniría. Esto es un bautizo espontáneo, un gesto de sacra misericordia con
nuestro posible nuevo hijo. Qué idílica imagen, verlos correr venturosos, en
una explosión de júbilo compitiendo, haber quién trae primero el palo, si Wanda
o Chocolatito.
Al atardecer tras recoger los enseres, cargar el coche y limpiar la
zona, Chocolatito, animaría a nuestra estirpe, a nuestro casto linaje. Se sabe
que esta raza tiene predisposición natural a los ritmos. Lo tengo todo pensado.
¡Voy a comprarle un Tam Tam! Algunos desconocen las costumbres autóctonas de
los negros, pero yo no. ¡Siempre he querido tener uno!
Incluso podemos bañarlo, para que llegue a casa limpio. Creo que seríamos
mejores personas si adoptamos a un negro, no sé… más evolucionados, además…
todos ganamos: sobre todo Patricia y Wanda, estarán más asistidas.
Lo imagino todo en armónica concomitancia. En verano, el zangolotino
podría dormir en el jardín con Wanda, lo digo por aquello del olor. Sabido es
que los machos negros huelen a manteca rancia, y las hembras a pescado podrido…
¿Aceptará mi idílica esposa? Yo me siento glorificado como el mismísimo
Viriato, adoptar al negro abogaría por mi alma y por la vigilancia, por la
seguridad del entorno, todo quedaría resuelto. Claro, siempre que ella esté de
acuerdo. Pero no sé, algo me dice que ella es más de caniches.
No
logro entender qué pasó. ¿En que pude fallar? Mi planteamiento era perfecto, sin
pecar de endiosamiento. ¿Quizás fuese por lo recatado de mi exposición? ¿Por mis
desmedidas dotes de bondad? ¿El qué dirán los vecinos? Tal vez… No lo sé, pero
ya no importa, porque he decidido no adoptar. No soporto que me llamen
insensible. Y me sabe mal por el chiquillo. ¡Joder¡, ¿dejar a Chocolatito en la
selva? ¡Podría comérselo un león! o ¡capturarlo los moros!, o ¡morirse de hambre!
¡Eso no es de cristianos! Pero yo no soy un juzgamundos y tampoco dejaré que
nadie lo sea conmigo, ¡bendito dios! Aunque… pensándolo bien, quizá allí Chocolatito sea
feliz y esté en paz. No lo sé, a lo mejor ese es su lugar y puede que su
destino. En lugar de adoptar mi esposa quiere otro Porsche y hacerse la nariz.
Juan Manuel García celebra la conclusión de su primer ciclo de Coaching Literario con la publicación de este breve texto. El autor prepara ahora su primer libro de cuentos, también a través de este entrenamiento literario personalizado. Con "Insensible" Juan Manuel García se da la oportunidad de hacer una crítica feroz a través del más negro de los humores. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario