Soy mía.
Soy quien elijo ser.
Soy hoy más que ayer.
Hoy puedo volar si así me lo propusiera.
Puedo anclar en este puerto, o remar hasta otra orilla.
Puedo sumergirme bajo las olas y traerme a casa las perlas de cada ostra.
Quiero ser quien soy desde la temprana hora en la que mi despertador me invita.
Me visto del personaje principal, con mi gran capa voladora escondida bajo mi abrigo gris.
Dejo el abrigo en el suelo, echando el vuelo, callejeando sin mensaje alguno en pico alguno.
Hoy soy quien se dejó el guión de una monótona historia en las rocas de un acantilado, donde tú…
Hoy soy quien deja las melodías en los altavoces de alguna terraza de verano, para que dos enamorados den sentido a sus besos.
Hoy puedo ser la vela de un barco que navega a mares escondidos, donde ni siquiera los piratas plantearon saqueo alguno.
Hoy puedo ser el tiempo lluvioso, dejando en cada gota las palabras que sólo tuvieron sentido en una historia inventada por una niña soñadora.
Hoy puedo ser el hostil huracán que sólo aparece para arrancar de la tierra las semillas regadas por una falsa ilusión, con una espada cargada de intenciones.
Puedo ser lo más simple en un pequeño frasco de cristal, con la dosis de veneno más potente, el arma mortífera derrotando al batallón de pesadillas que intentan acabar con el cuento.
Mañana igual soy tú, para entender así cada movimiento en falso, o cada letargo que se apoderaba de tus maneras para acabar durmiendo hasta bien tarde, hasta que todo pase y de nuevo….no hacer nada.
Se me antoja ser la lujuria en su paseo nocturno, burlándose de aquellos dementes que pierden la voluntad por un rato de placer sin mesura, abandonando sus casas, olvidando el número del portal, para perder la vida en una sola noche. Puedo ser la espada que atraviesa lo que queda de un corazón que ya no se siente en vilo, o la costura de cada una de sus heridas, puedo ser el antídoto a su dolor, el tiempo suficiente para que ya nada duela, la voz como consejo o el silencio como alimento.
Pudiera ser el suspiro de una mujer, liberado tras su asfixia, alzando el volumen como reclamo al tiempo en prisión, expandiendo su venganza a cada Reino dominante, con el único fin de aplastar la mano que se levanta para acabar en el rostro de una bella prisionera.
Sueño ser el momento decisivo, la palabra oportuna, el minuto preciso, la coordenada perfecta. El alimento necesario, el antídoto a la desconfianza, un ejército sin puñal, incluso la armadura de chocolate. La suave brisa, la canción de la película, el remanso ideal, la horquilla para un mechón rebelde, el “sí quiero”.
Puedo ser quien elijo ser, puedo ser la serpiente que incitó el mordisco, o ser la que acabó mordiendo la fruta. Puedo ser la durmiente ajena a su belleza, el viento llevando en su mano la hoja, el aroma de los días mojados, la cortina que separa a dos amantes… El escondite de los espías, el acorde deseado a la versión de mi vida, la coordenada que ubique mis miedos en una isla escondida, los besos matutinos. Puedo ser mi propio abrazo, mi refugio, mi motivo, razón, mi anhelo… mi único y gran amor.
Puedo despertar con la intención de ser Norte y mañana querer ser el Sur, puedo echarte de menos en un segundo y sentir alivio por no tenerte ya el resto del día.
Puedo contar mi historia con la más delicada intención, o por el contrario, sentirme incapaz de rescatar palabra alguna que se acerque a la dulzura.
Puedo ser la amante perfecta, la esposa entregada, la cara o cruz de una moneda y mantenerme firme en el suelo que piso. Puedo poner la otra mejilla o atacar antes de ser derrotada, puedo vestirme de la noche y del día y seguir de pie sin intención de caer en pozo alguno. Puedo reírme hoy de lo que ayer me hacía llorar, y aún así, soy yo, en pura esencia.
Puedo recorrer los mil callejones que lleguen hacia ti, con el único fin de alimentarme de tu abrazo, o quedarme aquí callada, como si el pan de mi cocina fuese lo más importante. Puedo vendarme los ojos y no perder el camino que me conduce a ti, o puedo elegir abrirlos y no dar un paso allí donde tú respires.
Soy yo, la misma de siempre, ¿me ves?, ¿reconoces mi voz?, sigo siendo yo. Las lluvias hicieron su trabajo, la tierra se humedeció, y brotaron margaritas entre palmiras, pero no he dejado de sembrar semillas, no he dejado de coleccionar aromas, jamás dejé de ser lo que hoy me mantiene en pie, sigo siendo fiel a mis reflexiones en voz alta, a mis escenas de película organizadas en mi cabeza, sigo siendo una batalla de pensamientos… Sigo aquí, por mí, en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario