Creo en disfrutar de cada minuto que marca el reloj,
en unos tacones rojos en mitad de la tormenta,
y en la huella de carmín en el espejo.
Creo en una carcajada limpia a primera hora de la mañana,
en el sonido y el sabor de un beso.
Creo en sumergirme en el agua caliente de una bañera en pleno invierno,
en el cantar de un canario nada más amanecer,
Y en el silencio.
Creo en los gatos negros, en que son para mí como conejos blancos,
que mi nombre es mi mejor descripción,
y que seguiré olvidando el paraguas.
Creo en los cielos azules y en los mares eternos,
en que me habría gustado aprender a montar en bicicleta,
y en el viento de otoño.
Creo en los coches de época,
en la sonrisa de un desconocido,
y en la eternidad de las palabras.
Creo en árboles que crecen sin limitaciones,
en sus hojas amarillas,
y en mis hojas garabateadas.
Creo en los pinceles manchados con pintura seca,
en la voz que supera a las demás.
en el suspiro de las noches de invierno,
y en el temblor de una mano anciana.
Creo en mí y en todo lo que a mí puede creerme.
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Los rasgos del escritor que todo lecor agradece. Este texto es la seguridad con patas. Para escribir se necesita carácter, niña. Y tú lo tienes.
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